lunes, 15 de marzo de 2010

LA SOCIEDAD CIVIL MOTOR DEL CAMBIO POLITICO POR D. EDUARDO SEIJO G.

La sociedad civil, motor del cambio político
Tiempo de rectificar
Eduardo Seijo Gutiérrez (*)
14/03/2010
En el año 2000 en el país, y en 2001 en Yucatán, dimos un importante paso en nuestro desarrollo democrático, pero en buena medida nos quedamos ahí como si ya se hubiera llegado a la madurez política y no existieran retrocesos. Sin embargo, la democracia es un proceso que puede ir para adelante, y que se puede revertir principalmente por la apatía, el temor y otros factores que inhiben la acción ciudadana cuando se trata de política.

Desde mi punto de vista uno de los factores más importantes de nuestro lento avance democrático tiene que ver con los principios y valores que regulan nuestra conducta. Ha hecho falta que la ética social permee más en la comunidad política y en la sociedad civil para que se lleven a cabo reformas estructurales que condicionan nuestro auténtico progreso. Aún estamos lejos del ideal: una sociedad donde predomine la orientación al bien común, principio social esencial.

Para lograr lo anterior hay que relegar el extendido relativismo ético que favorece la codicia de poder, dinero y egocentrismo, generadores de injusticia social. Simultáneamente, es indispensable privilegiar la dignidad humana, la solidaridad, la subsidiariedad, la verdad, la justicia y la libertad como principios y valores absolutos, cimientos de la vida social, que hacen viable la democracia, en la justicia y la paz a través del tiempo.

Con alegría vemos una primavera cívica con el surgimiento de una vigorosa toma de conciencia y de acción de algunos organismos de la sociedad civil que, respetando los principios y valores antes mencionados, están asumiendo un liderazgo conveniente, sano, necesario y enfocado, directa e indirectamente, al auténtico desarrollo integral del pueblo: aquel que favorece todas las dimensiones de la persona y ha de ser para todos los ciudadanos sin exclusión alguna.

Necesitamos consolidar el desarrollo político asumiendo nuestra misión como sociedad civil: ser el motor de cambio de la comunidad a través de la participación ciudadana, que es un deber moral social. Tenemos primacía sobre la comunidad política. No somos “un apéndice o una mera variable” del gobierno sino la razón de ser de éste, cuya misión es estar al servicio de las personas y de los grupos que componen la sociedad civil procurándoles su bienestar.

Es urgente tomar conciencia de nuestra misión y dignidad como sociedad civil en la comunidad, pero también hacer memoria histórica de las situaciones políticas vividas, sobre todo con las nuevas generaciones, para no repetir los mismos errores del pasado. Hay que hacer este ejercicio de memoria, haciéndonos formadores responsables unos de otros, en la familia, en la escuela, en el trabajo y en los grupos sociales.

También hay que ser conscientes y reaccionar frente a las cuestiones que se observan en la vida pública, en especial en las campañas electorales, como las del ciberespacio desregulado y el abuso de la mercadotecnia de la imagen. Esta última cuestión presenta a los candidatos como productos a vender a la ciudadanía dejando en segundo término lo más importante: las propuestas de gobierno, el debate de las ideas y la eficiencia así como la ética con que se han desempeñado los contendientes en sus trabajos anteriores.

Aparte de lo anterior ya mencionado hoy tenemos hechos en la dimensión política que son una vuelta al pasado o bien son situaciones antidemocráticas que no se han terminado de ir y que conviene superar. Sin ser exhaustivos entre ellos están: El endeudamiento estatal público que se había abatido se ha incrementado a niveles que me parece comprometen nuestro desarrollo económico futuro porque su justificación y su destino son cuestionables.

La intolerancia, el autoritarismo y la tendencia hegemónica partidista, contra las cuales tanto se luchó, se están fortaleciendo.

El asistencialismo a nivel estatal se acrecienta y la transparencia en la información pública decae.

Se ha desacreditado en mucho el valor del auténtico prestigio personal como ingrediente básico para un candidato. Hay quienes buscan ser populares a toda costa con fines de poder, cayendo en la frivolidad, sin considerar que la buena fama hay que construirla trabajando decididamente por el bien común. No nos dejemos engañar por la simulación porque es como edificar sobre arena. A nadie conviene, incluyendo a sus autores.

Ignorar o no tomar en cuenta que la misión de la autoridad es servir a la sociedad civil, pues ésta no se debe considerar como un conjunto acrítico y manipulable de personas, del cual hay que servirse.

La falta de unidad en el interior de los partidos de oposición para contrarrestar con eficacia la problemática ya mencionada, que incluso influye en los órganos electorales.

Un debilitamiento del esfuerzo por abatir la pobreza extrema en el estado. Ante esta realidad, ¿por qué seguimos teniendo un porcentaje tan alto de familias que defecan al aire libre si lo comparamos con la media nacional? Ay de nosotros los ciudadanos si los signos negativos anteriores que se dan en la dimensión política no se revierten en las elecciones que se avecinan y en las subsecuentes. Tomemos conciencia sociedad civil y gobierno que el rumbo que llevamos reclama una seria rectificación.

Sin embargo, estemos conscientes que si no se pueden cambiar las cosas en el corto plazo tampoco es el final del camino porque como ciudadanos estamos moralmente comprometidos, ya que enfrentar las consecuencias y las adversidades no es algo insuperable como demuestra la historia de nuestro Estado y del país mismo.— Mérida, Yucatán.

escuela@caritasdeyucatan.org.mx ————— *) Presidente de Cáritas de Yucatán

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